Cuando veo unos años atrás, veo cómo Dios ha guiado, provisto y bendecido mi camino de preparación ministerial, todo es de Él y gracias a Él. (Romanos 11:36). Todo comenzó hace unos años cuando pude ver una clase de hermenéutica por internet de uno de los profesores de TMS. Esto encendió mi corazón y me llevó a mi primera conferencia de Expositores, donde conocí un poco más del seminario. Pocos meses después inicié el programa en línea de Maestría en Ministerio Bíblico (MMB). Este programa fue una bendición indescriptible para mi vida, mi familia y la iglesia donde estaba sirviendo. No solo crecí en el estudio de la Palabra de Dios, también fui confrontado una y otra vez en mi vida devocional y en mi piedad personal. De ninguna manera es posible separar el estudio profundo, disciplinado y técnico de las Escrituras, de una vida que crezca en humillación, humildad y en un auto reconocimiento de la depravación que aun permanece en nosotros. He podido estudiar la palabra de Dios y servir a la Iglesia de Cristo, no porque lo merezca o posea algún tipo de cualidad, es solo por una gracia divina cada vez más hermosa, más maravillosa, más difícil de entender (Efesios 2: 8—9).
Después de terminar la MMB comencé la M.Div. Ahora estoy estudiando presencialmente en TMS, toda mi familia me acompaña aquí en Los Ángeles. Esto ha sucedido de una manera sorprendente y en poco tiempo. No teníamos los recursos, y el Señor proveyó, hicimos este proceso en medio de una pandemia y con la embajada cerrada y el Señor lo hizo (Filipenses 4:19). Son innumerables las bendiciones que Dios nos ha otorgado para poder estar aquí en TMS. Por otro lado, es hermoso estudiar en un ambiente donde compañeros y profesores confirman cada día que la verdad de la Palaba de Dios es lo más importante en la vida (Salmos 119:50) y que puede ser aplicada al día a día. Estar en TMS es definitivamente una bendición, pero también es un tremendo desafío, estudiar aquí exige el mayor de los esfuerzos y tiene mucho sentido, porque todo lo que hacemos es para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31). Adicionalmente mi familia y yo somos testigos del amor de la iglesia de Cristo (1 Juan 4:7), del amor de los hermanos del seminario y del eterno amor de Dios que nos recuerda que Él estará con nosotros por siempre. Doy gracias a Dios por todo el apoyo de mi amada esposa Zoad, aun en medio de su enfermedad me anima y me respalda con sabiduría. Doy gracias por el amor de mis hijos Sofia y Samuel quienes han hecho varios saltos de fe en este proceso. Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; El nos guiará aun más allá de la muerte. Salmos 48:14